Interes General

“La clase obrera en el pasado peleó por otro orden

Luciana Zorzoli nació en la Bariloche, Río Negro, estudió la Licenciatura en Historia en La Plata y el doctorado en Ciencias Sociales en Buenos Aires, pero desde hace varios años vive en el Reino Unido, donde continúa investigando el tema que la apasionó desde siempre: el mundo laboral de la región latinoamericana durante dictaduras. Sin embargo, estos días la tienen de regreso en su tierra, en donde esta semana pudo concretar una deuda pendiente: la presentación junto a referentes sindicales clasistas y dictadura militar en Argentina (1976 – 1983), el libro que compiló y editó junto a Juan Pedro Massano, colega suyo en territorio platense y también en la investigación de temas vinculados con los efectos que el terrorismo de Estado imprimió para siempre en los vínculos laborales que rigen en el país. Un libro polifónico que desde diferentes aportes académicos intenta “recuperar los cambios en la estructura social que dejó la dictadura” con el objetivo de aportar a la comprensión de la estructura social que roge hoy. “El libro sirve para entender que hubo otro orden posible, que la clase obrera en el pasado peleó por otro orden posible”, explicó la investigadora.

Clase obrera y dictadura militar en Argentina (1976 – 1983) nació de un taller de análisis e investigación sobre la última dictadura cívico militar, su acción en el movimiento obrero y sus consecuencias que tuvo lugar en 2018 en la UNLP. Se editó en 2021 en Estados Unidos y fue eje de una presentación virtual en la institución académica platense, pero Zorzoli y Massano querían presentarlo “reflexionarlo y charlarlo con los sindicatos porque lo pensamos para ellos, para discutir con sus integrantes, para aportar al mundo sindical”.

–¿Por qué? ¿Qué aporta?

–Nuestro libro reúne 18 trabajos que muestran la importancia de poner el foco del análisis académico en los efectos que la última dictadura tuvo en el mundo del trabajo y trata de volver a poner en agenda las discusiones que recuperan esta importancia y que traen herramientas para pensar esas transformaciones desde ese mismo mundo, desde las experiencias de las y los trabajadores. Creemos que es importante puesto que muchos de los problemas que se viven en el mundo del trabajo hoy tienen que ver con las modificaciones que se produjeron desde el 76 en adelante y que se consolidaron política, legal, administrativamente en ese período. También aporta variables para pensar el origen de la situación en la que estamos hoy e imaginar alternativas.

–En la introducción al libro dice que estos temas estuvieron algo ausentes en el trabajo académico sobre el período del terrorismo de Estado. ¿Por qué?

–Aunque fue un aspecto central en la organización de la dictadura y sus planes, la relación entre el capital y el trabajo, el vínculo laboral, los cambios en el espacio del trabajo ocupó en estos años un espacio relativamente marginal. Hay un trabajo muy lindo de Juan Besse y Miriam Wlosko sobre la memoria del trabajo y los trabajos de la memoria y cómo se construyó la memoria de la dictadura que explica que hubo un desplazamiento durante la primera etapa en la que se comenzó a construir memoria sobre los hechos de la última dictadura. Un desplazamiento que se construyó por un lado desde la enorme pelea de los organismos de los derechos humanos en los 80, cuando fueron el puntapié de la recuperación y la explicación de qué fue la dictadura. Esas estructuras y sus referentes lo hicieron a partir de la identidad de los y las desaparecidos y desaparecidas fuertemente asociados a los sectores de las clases medias urbanas, la pertenencia social de las Madres y las Abuelas (de Plaza de Mayo), mayoritariamente. Pero también surge en el Nunca Más en donde hay un fuerte énfasis en las formas represivas, en las experiencias de la represión de la última dictadura, pero y a pesar de que ofrece ciertos datos sociales y recupera identidades socio-económicas, la cuestión de la conflictividad en el mundo del trabajo, la intensión represiva sobre los trabajadores, queda desdibujada. Desde esos inicios de los años 80 hay una especie de nebulosa en relación a esto y la realidad, y desde hace algunos años se ve con mayor claridad. Si se revisa documentalmente la importancia que para la dictadura y los sectores dominantes tenía el disciplinamiento del movimiento obrero suena llamativa esa nebulosa.

–Esto está recuperándose… Hay foco en la responsabilidad de empresarios en los crímenes de lesa humanidad, hubo juicios que exhibieron que la represión recayó sobre trabajadores, como el de la Megacausa Campo de Mayo…

–La memoria y las responsabilidades de la dictadura son algo que estuvo y está en debate en la sociedad argentina en los últimos 40 años. La responsabilidad empresaria en la dictadura de hecho se empezó a plantear con fuerza muy recientemente aunque desde siempre fue un elemento constitutivo del golpe. El debate social al respecto todavía está en ciernes. El primer informe sobre responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad sale publicado en 2015 recién. Ahí toma ímpetu la necesidad de visibilizar que la dictadura no había sido solamente una empresa represiva en sí misma militar, sino que había habido una responsabilidad civil y empresarial con interés en la reestructuración económica que afectara el espacio de trabajo. Esto es siempre un proceso en construcción y en ese sentido el libro quiere aportar, traer, visibilizar esta transformación en distintos espacios en el mundo del trabajo.

–¿Qué ocurrió para que se comience a pensar en este aspecto?

–Si pensamos en el desarrollo de esta área de estudios, los primeros trabajos que surgen –entre mediados de los 80– son fundantes aunque parciales. Hay dos cosas que cambian en los 2000: por un lado la crisis de 2001, que para mí es central en repensar la dictadura, porque trae el análisis a largo plazo con esta pregunta sobre ¿de dónde sale esta crisis en la que está sumida la sociedad argentina? Entonces se empiezan a buscar raíces y se llega hasta la imposición del orden neoliberal que comienza en 1976. Hay una mirada desde los movimientos piqueteros, desde el mundo del trabajo, de las clases medias, desde distintos sectores hacia esa raíz del problema que es el golpe del ‘76. Y al mismo tiempo hay un cambio de ciclo económico, un cambio de gobierno, que trae financiamiento público para la investigación social cuando los temas vinculados a la dictadura crecen muchísimo, entre ellos éste. De los 18 actores que integran este libro, casi todos son argentinos autores de investigaciones que están basadas en financiamiento de Conicet. También tienen que ver la apertura de los archivos. Porque mucho de los trabajos están basados en la recuperación del archivo de la DIPBA (de la inteligencia de la Policía Bonaerense), hay trabajos como el mío que están basados en el archivo del Ministerio de Trabajo, que si bien siempre estuvo ahí, no era sencillo llegar a él y en el marco de este crecimiento y de una política de Estado de apertura de los archivos posibilitó su acceso. El archivo de la Comisión de Asesoramiento Legislativo de la dictadura, que se encontró entre 2012 y 20013 y se puso a disposición.

–El libro contiene trabajos sobre la situación de diferentes provincias en relación con a la clase obrera y la dictadura, como Mendoza, Bahía Blanca, Córdoba. ¿Con qué razón?

–Los análisis sobre la dictadura en general, sobre la relación dictadura/clase obrera en particular, fueron siempre buenosairescéntricos. Y siguen siendo, siguen teniendo un rasgo así, aunque eso no respete la dinámica política del período. En aquel período, el norte, Tucumán especialmente, eran focos de preocupación y de disciplinamiento muy grande, incluso para la visión paramilitar previa al golpe. Todo el brazo industrial de Zárate y Campana también tuvo mucha relevancia. El libro trata de recuperar este panorama nacional que tuvo la dictadura que presenta diferencias porque para entender los planes de la dictadura hay que hacer esa mirada. Hay que superar ese buenosairescentrismo, como uno de los paradigmas antiguos desde los que se miró y estudió el período.

–¿Cuáles son los otros?

–El libro es polifónico, hay 18 trabajos, no hay una sola manera de ver el proceso. Pero todas las formas intentan a sumar complejidad en el análisis: suman elementos, suman argumentos, suman ejemplos, suman datos. Tratan de recuperar no solo la cuestión represiva sino vincular esos aspectos de disciplina y represión con los planes económicos, con los planos políticos, con los planos legislativos. Durante la dictadura se funda un nuevo orden industrial laboral: ¿qué pasó con el movimiento obrero, con la justicia laboral, los sindicatos? Los trabajos intentan captar todo aquello. Siempre se pensó que los sindicatos como organizaciones que estaban suspendidas durante el período, y por lo tanto, fueron estructuras sin acción. Y sin embargo hemos encontrado un montón de soporte documental sobre la actividad de los sindicatos, que desde ya estaba restringida por la situación represiva, pero que no dejó de existir. No dejó de existir en términos de representación del mundo del trabajo, en términos de la política, de negociar, de resistir de alguna manera. El libro trata de recuperar esa complejidad.

–¿Cómo sirve esto para entender el presente, lo que nos pasa hoy a les trabajadores en la Argentina?

–Primero, el libro aporta a un entendimiento de la dictadura no solo como una fuerza represiva sino como un gobierno de alianza de los sectores dominantes, militares, la iglesia católica que tuvo un fuerte carácter productivo, que produjo un orden social. No solo vino a reprimir, a destruir, a desaparecer, a apropiar. También vino a producir un nuevo orden. Allí, entre otras cosas, produjo una fuerte fragmentación del mundo del trabajo, que es la que nosotros estamos sufriendo hoy: la base de la pirámide social fragmentada y atomizada, las conductas sociales individualistas. No siempre fue así. La clase obrera era mucho más amalgamada. La dictadura produjo, algo que está sí, súper estudiado, la concentración de un poder económico que le dio más poder a los que ya lo tenían y les quitó a las bases sociales, los sectores populares, los trabajadores. Esos cambios en la estructura social que dejó la dictadura son los que el libro trata de recuperar porque creemos que sirve para entender de dónde sale la estructura social que tenemos hoy. Nos sirve también para entender que hubo otro orden posible, que la clase obrera en el pasado peleó por otro orden posible. Aporta también para pensar la relación entre las bases de los sectores populares y los trabajadores y sus representaciones, que es una cosa que está en discusión en Argentina: cómo representa, quién representa y como hacerlo mejor no solo a los trabajadores en blanco, sino también a los sectores populares que fueron golpeados por estas políticas y que se han formado en esta reestructuración social que dejó la dictadura. Como los representamos y qué manera tenemos de cambiar esta herencia.

fuente: PAGINA12

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